Chat incorrecto

 

 

Las pesadillas habían regresado, el sudor era excesivamente frío, las cobijas caídas en el suelo y en su cabeza una pregunta que le rondaba todo el tiempo ¿por qué?, dos vueltas más y ya no podría volver a cerrar los ojos. ¿Qué había sucedido en esas cuatro horas?, se levantó con la respiración agitada y un temblor en las manos que hace mucho tiempo no sentía y es que esta mañana él le había quitado el abrigo, había roto todas las promesas, había incinerado los planes y había clavado un puñal por la espalda mientras le besaba en la boca. Pero, ¿Cómo no le vio venir antes?, ¿Cómo no había anticipado sus movimientos?

 

No. Es que era imposible verlos.

Si cuatro horas antes las palabras habían construido sobre planos un hogar ideal, ya se habían pintado las paredes y la lencería y los muebles ya se habían diseñado, la hamaca ya estaba colgada en el balcón y se respiraba un aire de felicidad mientras él seguía repitiendo que prepararía el desayuno y un café para llevarle a la cama y que podían usar el rojo para darle un contraste al negro, el cual era su color favorito. Recibieron la madrugada como la primera de muchas antes, pero ella no sabía que como la última de ese futuro soñado.

 

Clau ya se había hecho a la idea de que, durante la semana siguiente, finalizando el mes, la hamaca del balcón estaría ocupada, y es que nada le hacía más ilusión que recibir la madrugada ya no en mensajes como sucedía desde hacía dos meses, sino entre sus brazos y bajo el manto azul del cielo estrellado y con el cuarto menguante de testigo. Era una decisión difícil, pero que ya ella había tomado: salir de casa de sus padres, quienes le ayudaban con su hija pequeña y lo que podrá haber parecido un crimen imperdonable, haber pensado en la posibilidad de no llevarse a su hija consigo; no por ahora, no mientras su cuerpo se dejaba transportar a la infinitud de las caricias, no mientras seis lunas llenas no fueran pocas y dejaran de ser demasiadas para recibir un nuevo amanecer en brazos de Francisco; no  mientras sus cuerpos aprendían la danza de los licántropos, en que ella con sus movimientos se proclamaría la dueña de sus noches y la guarda de sus días. No mientras entendieran que ellos dos eran todo el clan, el alfa, el beta y el omega, que aprenderían a cazar juntos, que cada demonio entre ellos dos fuera conjurado y ofrendado.

 

Pero sin que todavía desapareciera la luna y sin que el sol haya siquiera anunciado su ascenso Claudia recibe un mensaje de su amado, quien 4 horas atrás planeaba llevarle un desayuno a la cama y le habría dejado claro que lo único que le faltaba para ser feliz era ella; pero al parecer no ella, ni la dueña de la frase, ni la del desayuno tampoco. Pues en su último mensaje Francisco le decía que estos dos meses no eran más que un sueño que Clau en sus frecuentes delirios le habría contado al viento sin que a él le interesara. Entre la confusión del sueño, de los mensajes, de la tarde que acababan de compartir juntos atravesando la ciudad tomados de la mano, Clau estaba completamente segura de que no fue un sueño, aunque él ahora aprovechara su debilidad para hacerle creer que así fue.

 

Las horas siguientes fueron transcurriendo entre la rabia y la risa, entre lo que era y lo que quería que fuese, entre lo que era verdad y lo que constituía esa enorme mentira; pobre Clau, quien, en medio del encierro y el desespero y la incertidumbre, y el dolor y la traición aun buscaba una flor para deshojar, pero en su apartamento ninguna planta tiene flores. Ella quería una señal, una explicación, ella merecía una razón; pero, nunca la hubo. Esas 4 horas más lo que estaba por venir, eran la bola de derribo que golpeaba una a una las paredes que horas antes acababan de pintar, esa bola que fracturaba su corazón mientras veía cada ladrillo desmoronarse, y ella en ese instante vio como todo se venía abajo. Francisco jamás dio una explicación, simplemente se dedicó a exhibir lo feliz que estaba siendo, saltaba de alegría porque estaba seguro de haber encontrado la operación matemática perfecta, la suma mientras a Claudia las cuentas no le daban, restas y más restas; todo fue tan extraño que para ese entonces Claudia no era más que un personaje en la imaginación de alguien que la puso en la historia incorrecta.

MalejaCC

 

 

Chat incorrecto: Un cuento de María Alejandra Cuesta https://gudnius.co/cultura/chat-incorrecto-un-cuento-de-maria-alejandra-cuesta/

BÉSAME...

 

 Permite que mis dedos se empapen de tu piel,

 

Pues pintaré un cielo de libélulas danzantes adornadas con bellos adjetivos.

 

Pero mis labios recíbelos, séllalos y quémalos con un beso.

 

Bésame amor hasta que las libélulas se marchen,

 

O bueno, hasta que se acabe la magia, que no será hasta que

 

Yo, tu maga

 

 

Lo decida

 MalejaCC